Caída
la noche, y hablando de calle, trajines y ambiente, uno
no puede despedirse de Madrid sin haber "marchado" un
fin de semana.Esa costumbre de ir de un bar a otro fue
bautizada por los jóvenes madrileños como "marcha".
Dividido el mapa por zonas, cada grupo de amigos arma
su itinerario.Una de las marchas más afamadas,
la de Huertas, se localiza en las inmediaciones de la
Puerta del Sol (el kilómetro cero del mapa español),
donde se encuentra una de las zonas de "ocio" más
concurridas de toda España. Su ambiente es una
mezcla de edades, formas y procedencias. Lo mismo se
puede estar en un pub inglés, un salón
de salsa, una disco popera o un tranquilo bar de copas.
Hay para escoger.No menos intensa es Malasaña,
que fue cuna de la marcha madrileña de los 80,
y el barrio de Chueca, a un par de cuadras de la Gran
Vía, donde a principios de los 90 se estableció la
comunidad gay, remodelando casas y abriendo negocios
muy fashion.
Futbol y ¡olé!
Los momentos
principales del ambiente popular de Madrid hay que encontrarlos
o
bien en una gran tarde de futbol, o en una buena tarde
de toros. Con el fichaje de estrellas como Ronaldo, Zidane,
Figo y Beckham, todos ellos jugadores del "galáctico" Real
Madrid, la capital española dejó de ser,
sobre todo para los millones de amantes del futbol, una
mera urbe turística. "Estás en la
capital del futbol, tío", dijo, obviamente,
un madridista, que con su bufanda merengue al cuello
caminaba rumbo
al coso de Chamartín. Aunque el buffet futbolero
es amplio en la llamada Liga de las Estrellas, lo cierto
es que los sueños de muchos amantes del balón
se centran en el Estadio Santiago Bernabeu, sede, entre
otros eventos, de la Final del Mundial España
82.
Fiel a la causa, resistiendo los cañonazos
del futbol, los toros se realzan como la principal fiesta
española. Si se piensa que las estrellas del Real
Madrid merman la afluencia a la legendaria plaza de Las
Ventas, basta recorrer en domingo por la noche, y en
sentido contrario, la Calle de Alcalá (la calle
taurina por excelencia) para ver cómo una avalancha
de damas y señores, la mayoría con puro
en la boca, se lo llevan a uno rumbo a la afamada Puerta
de Alcalá. La bocata de chorizo tendrá que
esperar.
Más allá de la fiesta
Lejos de
eso de las patadas y de las estocadas, a un extremo
de la
Puerta de Alcalá (1778) se erige el ambiente
familiar de Madrid en el famoso Parque del Buen Retiro.
El Chapultepec
de Madrid. El Central Park madrileño. Ahí,
donde se levantaron jardines, palacios y estancias
para uso de Felipe IV (1632), se puede ver a los escasos
niños
madrileños juguetear. El Retiro suele ser un
buen espacio para perderse en su interior con un buen
libro
bajo el brazo, aunque continuamente habrá que
aclararle a los marroquíes que circundan el área
de que uno no está interesado en comprar droga.
Aunque la calle parece no agotarse, es un deber pedirle
tregua
para nutrir el espíritu. El arte aparece entonces
por todos lados, aunque hay sitios especiales para
el regocijo visual. Sería imperdonable perderse "Las
Meninas", de Velásquez, o el "Guernica",
de Picasso. Tal como el imaginario triángulo
de las Bermudas, habrá que perderse en el triángulo
del arte de Madrid, conformado por el corredor que
forman los museos Thyssen-Bornemisza, Reina Sofía
y Del Prado. Por menos de cinco euros (casi seis dólares)
en el Del Prado puede conocer a los principales monarcas
de la historia española, quienes ordenaban llevar
a Madrid a los mejores pintores de la época
para que retrataran a la familia real.Cruzando el Paseo
del
Prado, sin perderse la foto frente a la Fuente de Neptuno,
se puede seguir la ruta visitando el antiguo Palacio
de Villahermosa, convertido en Museo Thyssen-Bornemisza,
que reúne una muestra espléndida del
arte occidental.No menos importante, e igualmente a
unos pocos
metros, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
se erige sobre lo que fue el antiguo Hospital General
de Atocha, hogar de los mejores cuadros de Dalí,
Picasso y Miró. Hay muchos otros atractivos
que se puede abordar primero, en vez de los citados,
y
no afectará en nada el deleite del visitante.
Así,
ese famoso ambiente madrileño habrá que
explorarlo. Lleve zapatos cómodos y camine mucho,
que a los pocos metros habrá algo que seguramente
le eclipsará, por no hablar de las ciudades
que tiene "a la mano" al estar en Madrid.
El ambiente está en la calle, hágalo
suyo.
Fuente: GRUPO REFORMA/Héctor
Alvarado |